Terapia Neural, Dolor crónico y patología dental neurofocal
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Nuestros dientes: una pincelada antroposòfica

La boca es la puerta de acceso al interior del ser humano, en ella encontramos los dientes como uno de los  órganos formadores de la palabra, siendo también el inicio del proceso metabólico con la masticación y la insalivación.

La dentadura humana no presenta una especialización concreta como la que se observa en diferentes grupos de mamíferos:

Ratón – roe

Vaca   – mastica

Felinos- desgarran

El hombre tiene todas estas cualidades como posibilidades y no como especialización, nosotros roemos, desgarramos y masticamos.

El ser humano al nacer ya tiene prácticamente terminada la formación ósea de la cabeza, así como los órganos contenidos en ella, por lo que podemos  decir que las fuerzas formativas del desarrollo se concentran en el ámbito cefálico. La primera dentición (de leche) le es regalada al niño por la madre mientras que la segunda  dentición (definitivos) es una tarea y logro del infante.  En el momento del nacimiento ya están los esbozos de los futuros dientes definitivos.  Nuestros dientes son el producto concentrado de estas  fuerzas formativas.  La forma y el  tamaño prefijado se mantendrán inalterables desde el inicio.

En el cuarto mes de gestación comienzan  a formarse y a mineralizarse la primera dentición, aunque éstos no aparecerán  en el momento del nacimiento sino hasta aproximadamente en el sexto mes de vida extrauterina del niño. La primera dentición está formada por veinte elementos, tardando  de dos años y medio a tres en finalizar, de forma rítmica y pausada, su proceso de aparición. Siendo este  el  momento en  que los niños comienzan a reconocerse y a denominarse “YO”.

Al final del primer septenio comienza la aparición de la segunda dentición con la erupción del primer molar permanente que se ubica por  detrás de la serie de los dientes de leche. Es la señal  externa de que el cuerpo en formación está acabando la corporalidad, liberando  estas fuerzas,  que a partir de ahora  estarán  disponibles para la configuración de las  fuerzas del pensar, disminuyendo  un poco la vida imaginativa y dirigiendo el pensar  hacia lo concreto. Momento en que nuestros niños deberían iniciar la escolarización.

Con esta segunda dentición, en el niño  va aflorando su carácter, su individualidad, mostrándose con  un  rostro más  despierto y concentrado en el mundo, ha llegado más al “aquí y ahora”.

La conservación de nuestros dientes es una tarea que requiere un compromiso ya que la dureza extrema que presentan contrasta con la alta vulnerabilidad de los mismos.

Nuestros dientes son la primera línea de defensa del  YO en el enfrentamiento con el mundo externo, también es el primer eslabón de la cadena digestiva, en la cual incorporamos las sustancias externas  para consolidar nuestro Yo con ellas.

Este proceso no siempre se verá favorecido. Variables socio-político-culturales y familiares influirán en el desarrollo del individuo reflejándose en diferentes patologías bucales.

En la actualidad observamos en consulta un incremento significativo de un trastorno funcional  que denominamos Bruxismo. Éste se le reconoce por la excesiva  presión o rechinamiento  (frotamiento)  de  dientes aislados o grupos de dientes  que por lo general se realiza durante la  noche.

Este cuadro es  una salida de emergencia en caso de sobreexigencias, nos ocupamos  de forma inconsciente de aquellas cosas que durante el día (en forma consciente) no hemos logrado dominarlas con el Yo.  Así como tenemos que digerir los alimentos físicos hasta hacerlos propios, de forma que estas sustancias son transformadas para actuar en forma anabólica, generadora de vida, también los problemas anímicos- espirituales deben ser masticados  el tiempo necesario hasta que logramos  superarlos e integrarlos en nuestra vida.

Justo por ser un proceso de integración no nos sirve un tratamiento exclusivamente basado en el uso de férulas (dispositivo protector  utilizado en el tratamiento del bruxismo) por ser solamente  un elemento auxiliar aliviador de los síntomas y no tiene en cuenta el camino de desarrollo individual del Yo del paciente.

Sandra Pereyra Biazzi (Odontóloga)